Los romanos de clase bien, los patricios, y los funcionarios de la época ya hacían turismo en los mismos sitios. Aprovechaban las calzadas que mandó construir el emperador Adriano en el siglo II para trasladarse en verano a la Galia y a Hispania.
Con la llegada del tren en el siglo XIX, las clases populares hicieron sus primeras incursiones turísticas, pero no fue hasta 1920 cuando cundió la idea de que la verdadera vida no residía en el trabajo, sino en las vacaciones.
Redacción QUO