«En primer lugar, damos por supuesto que el tiranosaurio rex no se comería al humano, ¿no?», dice Jack Conrad, un paleontólogo especializado en vertebrados del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York. Sí, pongamos que no se lo come. Es una competición legal, y por lo tanto matar al oponente está contra las normas. «Pero no importa», responde Conrad. «No hay ninguna posibilidad de que un ser humano le ganara».

Los brazos de un tiranosaurio rex parecen debiluchos, pero eran extremadamente fuertes. Cada uno de ellos medía 0,9 m, y basándonos en el tamaño de los huesos y el análisis de los lugares donde se unían a los músculos, estaba cuadrado. «Solo el bíceps podría tener una fuerza de 195 kg«, asegura Conrad. Incluso el humano más cachas únicamente podría alcanzar un máximo vergonzoso de 117,9 kg. «Ni siquiera Lou Ferringo en sus mejores momentos tendría la más mínima posibilidad», dice Conrad. «El tiranosaurio rex no solo tenía unos bíceps enormes. Sus pectorales y sus hombros también eran enormes, más grandes que mi pierna. Tenían suficiente fuerza para arrancarle a un humano el brazo de cuajo.

¿De verdad no hay ninguna posibilidad de ganarle? ¿Quizá por penalización?

Los humanos, aunque comparativamente parecen más enclenques, aún tienen una ventaja. De hecho, hay una posibilidad de que tu contrincante no pudiera ganarte con sus músculos fornidos, porque no estamos totalmente seguros de cómo los usaba. «Hay docenas de hipótesis sobre cómo un tiranosaurio rex utilizaba sus brazos», nos explica Jack Conrad, «pero las más plausibles son que los utilizara para levantarse cuando estaba estirado boca abajo, para meterse enormes trozos de carne en la boca o para agarrarse a la hembra mientras hacía lo que los científicos sospechan que era una rutina matinal bastante vigorosa».

Estas ideas se fundamentan en que las acciones requerían movimientos de brazos arriba y abajo como los de una muñeca Barbie, y las pruebas fósiles señalan que el rey de los dinosaurios era incapaz de rotar o torcer sus brazos. «Los tiranosaurios rex no podían mover sus brazos para echar un pulso», dice Conrad. «Así que tal vez le podrías ganar técnicamente».

Redacción QUO