Según el Informe Educación para Todos 2013-2014 de la UNESCO, el 37% de todos los adultos analfabetos del mundo viven en la India. La fundación Pratham lleva dos décadas trabajando para reducir esas cifras con una serie de programas que trabajan habilidades específicas y reducen considerablemente los tiempos de aprendizaje. Entrevistamos a su director, Madhav Chavan, durante su visita a Madrid para recibir el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cooperación al Desarrollo.

P. ¿De dónde partió la idea de crear un sistema nuevo para aprender?

R. Hace 20 años nuestra organización trabajaba sólo en Bombay, ocupada principalmente en fomentar que los niños fueran al colegio. Yo era profesor de química, no conocía la primaria, pero cuando empezamos a trabajar nos dimos cuenta de que muchos niños no sabían leer ni escribir. Descubrimos que el 50% de niños de quinto de primaria de la India no sabían leer entendiendo lo que leían, y el 50% no eran capaces de hacer una división simple. Y decidimos hacer algo.

P. ¿Y cómo enfrentarse a eso?

R. Empezamos con la lectura, porque es algo que el niño o la niña también pueden practicar solos. Primero consideramos que en entornos alfabetizados alguien les lee a los pequeños en voz alta, ven letras, aprenden palabras y el efecto combinado de todo ello les facilita la tarea. Pero en hogares menos privilegiados, no hay libros, nadie les lee y muchas veces sus padres ni siquiera les hablan de estudiar. ¿Qué pasaría si cambiásemos eso y expusiéramos a los niños a múltiples estímulos?

Esa es la esencia de nuestro método: hacerles hablar, escuchar, leer, escribir. Empezamos a darles libros, a leerles nuestras historias, pidiéndoles que las repitieran y proporcionándoles lo que en occidente se conoce como conciencia fonética. En español hay alfabetos, juntas las letras y se forma una palabra. En la escritura india, añades signos vocálicos a las consonantes para cambiar su sonido, y tenemos tablas que recogen esos signos. Pero como la educación india quería ser moderna, las suprimió. Nosotros las hemos reintroducido diciendo que se trata de una máquina de decodificar, para que vayan uniendo las piezas, poco a poco. Que aprendan a formar ma y, repitiéndolo, sepan escribir mamá.

P. ¿Cómo se desarrolla de forma práctica?

R. Hemos desarrollado una herramienta de evaluación muy sencilla para determinar el nivel de los alumnos. Agrupamos a los niños de acuerdo con los resultados, sin importar la edad. Sin embargo, algunas de las actividades son para toda la clase. Por ejemplo, contarles una historia. La escuchan todos, y luego la discuten. Después, los separas en grupos, de forma que los que ya leen palabras, practican la lectura, los que aún no reconocen las letras, empiezan a jugar con ellas y a averiguar qué palabras, y luego qué frases, forman. Así avanzan hasta el nivel siguiente. Lo bonito de esto es que ahora sabemos que, incluso a gran escala, puedes conseguir que los 10.000 niños de una región sepan leer y dominar la aritmética básica en unos 40 días.

P. ¿Esto se lleva a cabo en las escuelas?

R. Sí, aparte de la enseñanza reglada. Encargamos a una persona de, por ejemplo, tres aldeas. Dirigen un campamento de aprendizaje en la primera durante 10 días, se van a la segunda y la tercera y repiten el proceso, antes de volver a la primera, donde los niños ya están esperando. Algunos han avanzado y otros han retrocedido en ese tiempo, pero en dos días vuelven a estar todos al mismo nivel y sigues avanzando con ellos. Así les permites asentar todos los conocimientos nuevos.

Nosotros lo llamamos andamiaje y en un máximo de 40 días, al menos el 80% de los niños de esa aldea leen razonablemente bien.

P. ¿Los profesores tienen una formación especial?

R. Nuestros trabajadores no tienen una formación muy elevada, son jóvenes, unos graduados y otros no, pero sin mucha instrucción específica. Pero esta técnica es muy simple, lo único que necesitas es empatía y cariño hacia los niños, saber jugar con ellos. Con eso, puedes hacer cualquier cosa. Y a lo mejor los maestros de las escuelas no pueden hacer algo así.

Ahora los próximos pasos son que los propios maestros integren esta enseñanza en el curso normal. Ya se ha hecho en algunos estados, no de forma idéntica, porque esto no es una ciencia exacta, y cada uno puede desarrollar su propio método, que quizás mejore lo que nosotros hacemos.

P. ¿Cuál es la respuesta de los alumnos?

R. A los niños les encanta. El problema es que en India hay muy pocos libros para niños, como no se compran, no se publican. Por eso hemos fundado un brazo editorial de Pratham, Pratham books, para publicar ese tipo de materiales lo más baratos posible. Pero el entusiasmo de un primer lector es algo digno de ver.

P. ¿Y sólo trabajan la lectura?

R. También la aritmética básica y queremos extenderlo a otros campos de conocimiento con los mismos principios. Si aprendo a arreglar algún circuito eléctrico en casa, puede que sienta curiosidad por aprender la ley de Ohm, si puedo escuchar mi corazón con un estetoscopio, puede que me interese saber por qué late, y cómo funciona la circulación.

P. Este sistema ¿sólo se utiliza en la India?

R. En los países en desarrollo mucha gente lo está probando y parece que funciona: en Kenia, Tanzania, Uganda, Pakistán. En México y Chile también han mostrado interés. Nosotros insistimos en que sea el personal local el que se haga cargo de los programas, porque nosotros no entendemos la cultura de Tanzania y no se puede esperar que les diga cómo hacerlo. Cada uno tiene que desarrollar su propia herramienta, el camino hacia el progreso es distinto en cada país y cada uno tiene que reinventar la rueda adecuada para recorrerlo.

Pilar Gil Villar