Tal día como hoy, en 1975, se puso oficialmente fin a la guerra de Vietnam. El cine norteamericano nos ha brindado un buen puñado de películas sobre aquel conflicto. Curiosamente, una de las primeras y de las mejores es también una de las más desconocidas para el gran público.

Se trata de Los chicos de la compañía C que, lejos de ser un filme estadounidense, es una producción de Hong Kong, concretamente de la Golden Harvest (la misma que facturó los filmes de Bruce Lee). Se rodó en 1978 y se estrenó varios meses antes de El regreso y El cazador, y un año antes de Apocalipsis now, aunque no llegó a las pantallas españolas hasta finales de 1982.

Los productores chinos contrataron para la ocasión a un director británico, Sidney J. Furie, un artesano que había filmado Ipcress con Michael Caine y Sierra prohibida, con Marlon Brando, y que unos años después en 1982, rodaría su filme más conocido, la terrorífica El ente.

El reparto se confeccionó con un puñado de jóvenes intérpetes estadounidenses que practicamente debutaban en la película. Ninguno de ellos llegó a convertirse en una superestrella, aunque todos tuvieron una prolífica carrera. El negro cachas, Stan Shaw, trabajó en títulos como tomates verdes fritos o La isla de las cabezas cortadas, el hippioso Craig Wasson, protagonió Doble cuerpo a las órdenes de Brian de Palma, y el guaperas Andrew Stevens, fue una fugaz estrella ochentera gracias un buen puñado de series de televisión.

Pero el que alcanzó más fama de todos fue el duro R. Lee Ermery, que encarna al sargento instructor del pelotón de marines que protagoniza la cinta. Curiosamente el mismo actor volvería a interpretar ese mismo papel en otra película sobre Vietnam, La chaqueta metálica, lo que demuestra que Stanley Kubrick se inspiró en esta cinta hongkonesa para rodar la suya.

Los chicos de la compañía C es una película excelente. Quizás la mejor sobre Vietnam tras Apocalipsis Now y El cazador. Personalmente me gusta más que la de Kubrick, aunque imagino que habrá quien no comparta esa opinión. Es una cinta cargada de humor negro, inspirada sin duda en MASH de Robert Altman (si aquella finalizaba con un disparatado partido de fútbol americano, esta lo hace con otro de fútbol tradicional, que acabará librándose literalmente a tiros). Está rodada con ese tono seco típico del cine de los 70 e impregnada de un notable cinismo.

Les invito a tratar de recuperarla en este aniversario.

Redacción QUO