Afortunadamente, en el cine actual no todo son películas de superhéroes Marvel (y que me perdonen los fans del subgénero). Traemos aquí el trailer y algunas imágenes de Hard to be God, la última película del gran director ruso Alexei Guerman.

La película ha sido definida como «si Los caballeros de la mesa cuadrada de los Monty Python hubiese sido dirigida por Pieter Brueghel». Y la cosa no va desencaminada, aunque el filme también evidencia influencias de Akira Kurosawa, los filmes medievales de Ingmar Bergman y de esa maravilla que es el Andrei Rubliev de Tarkovski.

La película está basada en un clásico de la literatura rusa de idéntico título escrita en 1964 por Arkady and Boris Strugatsky. Cuenta una historia de ciencia ficción en la que un grupo de científicos enviados a otro planeta se convierten en una especie de dioses para una civilización que vive en una época muy parecida a nuestra Edad Media.

Se trata de unas película visualmente más impactantes de los últimos años, como atestiguan las imágenes de esta galería y, puede ser, probablemente, una de las mejores alegorías medievales que ha dado el cine junto con El séptimo sello y la ya citada Andrei Rubliev.

Es duro ser un Dios

El filme Harder to be a God se basa en la novela del mismo título publicada en 1964 por los escritores rusos Arkady and Boris Strugatsky.

Un maestro del cine soviético

El filme ha sido dirigido por Alexei Guerman, uno de los directores soviéticos más aclamados de los años 70, autor de dos clásicos titulados Control en los caminos y Mi amigo Ivan Lapshin.

Influencia de Kurosawa

La imagen de las flechas recuerda inevitablemente a la impresionante escena final de El trono de sangre, de Akira Kurosawa.

Sin fecha de estreno

Se desconoce aún cuando llegará a las pantallas españolas. Si es que llega.

Inspiración pictórica

Un crítico definió el filme como una farsa medieval de los Monty Python dirigida por Pieter Brueghel. Y, lo cierto es que, fotogramas como éste, recuerdan a los cuadros del pintor holandés.

La peste

Mujeres penitentes desnudas, portando las máscaras de aves que simbolizaban la plaga de la peste. La escena se inspira levemente en una similar de El séptimo sello de Bergman.