Primero por las protestas, cada vez más airadas, de los colectivos feministas de Sao Paulo, la ciudad brasileña donde se convoca este evento cuyo objetivo es elegir cada año al mejor trasero brasileño. Las aspirantes deberán demostrar que su atributo es solo obra de la naturaleza, no el resultado de cirugías o productos milagrosos.

Este tipo de concursos refuerza un modelo de belleza deshumanizado y denigrante para la mujer, según la psicóloga Rachel Moreno, portavoz de la organización Observatorio de la Mujer. Para la feminista, el concurso promueve de forma lamentable una imagen de la mujer brasileña incompatible con la diversidad étnica del país. La imagen de Brasil vinculada al cuerpo escultural femenino, según Moreno, puede generar la idea de que el país “es un buen lugar para el turismo sexual”.

Por otra parte, la carrera que han disputado esta semana las 27 candidatas en el corazón financiero de esta localidad no ha resultado del agrado de todos los transeúntes. Cinco de las participantes decidieron irrumpir en una de las estaciones más confluidas del Metro de Sao Paulo paseando sus traseros con diminutos bikinis. Unos días antes, la aspirante de Río de Janeiro había abordado un autobús urbano sin más prenda que un sugestivo traje de baño.
A pesar de este rechazo, ya está abierta la votación en internet. Los participantes podrán emitir su voto hasta el mes de noviembre. Las 15 más votadas se clasificarán en una gala final prevista para el 9 del mismo mes en Sao Paulo.

Redacción QUO