A finales del siglo XVI, cuando la moda prescribía ropajes suntuosos, vestir algo más cómodo al acabar el día llegó a convertirse en todo un lujo. Durante ciento cincuenta años, hombres y mujeres usaron indistintamente un camisón hasta los pies abrochado en su parte frontal y fabricado en lana o en terciopelo.
Pero en el siglo XVIII, la moda unisex desapareció, y el camisón masculino fue acortándose. Se popularizaron entonces unos pantalones importados de Persia que recibieron el nombre de pijama, palabra derivada del persa pae, que significa “prenda para la pierna”, y jama, ropa.
Redacción QUO
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