Los cromosomas Y los apellidos tienen algo en común. Que se heredan por la vía paterna. Este hecho implica que los hombres que comparten un apellido poco frecuente (se considera como tal que solo sea usado por una media de seis mil personas en la misma nación) también comparten un mismo cromosoma Y, lo que significa que están emparentados. Este hecho no es nuevo para los científicos pero, ahora, por primera vez en la historia, se ha estudiado como afecta este fenómeno a la población española, tal y como informa la Agencia SINC.

Un equipo formado por miembros del Departamento de Medicina de la Universidad Jaume I de Castellón y del Grupo de Genética Evolutiva Humana de la Universidad de Oxford, realizaron un estudio en el que seleccionaron 37 apellidos españoles, y los clasificaron en cinco grupos: muy frecuentes, apellidos con más de 150.000 portadores nacionales (por ejemplo, Fernández, Martínez…); moderadamente frecuentes, entre 15.000 y 150.000 portadores (Aguirre, Díez); frecuencia mediana, entre 5.000 y 15.000 individuos (Tirado, Ibarra); raros, entre 3.000 y 5.000 portadores (Bengoechea, Cadenas); y muy raros, entre 100 y 3.000 portadores (Nortes, Albiol).

Además, se recogieron 1.766 muestras de ADN de varones no emparentados de cada uno de los 37 apellidos seleccionados. Y los resultados obtenidos confirman la tesis de que los hombres españoles que comparten apellidos con menos de 6.000 portadores descienden de los mismos fundadores. Aunque el estudio también demostró que, conforme los apellidos se van haciendo más comunes, la correlación con el cromosoma Y se va perdiendo.

La investigación también ha servido para determinar que la antiguedad media de los apellidos españoles es de alrededor de 500 años. «Esta edad se calcula averiguando el ancestro común más reciente de los participantes actuales con un determinado apellido, pero no es la edad real de su origen, sino la edad en la que los participantes de un mismo apellido tuvieron el antepasado común más reciente por vía paterna», explicó Conrado Martínez-Cadenas, uno de los autores del estudio.

Redacción QUO