Según los historiadores, el papel higiénico fue inventado por los chinos en el siglo II de nuestra era. Y, aunque su uso se extendióa partir del Renacimiento, entre los reyes y los aristócratas europeos, no se generalizó para todo el mundo hasta el siglo XIX. Surge entonces la pregunta: ¿cómo hacía la gente para limpiarse después de aliviar el vientre?

Un equipo liderado por el antropólogo francés Philippe Charlier, realizó en 2012 un amplio estudio sobre las diferentes costumbres de higiene anal a lo largo de la historia. Y, lo primero que se encontró, es que no existen demasiados testimonios al respecto. De hecho, una de las primeras referencias escritas sobre este tema data ya del siglo XVI, y se encuentra en Gargantua y Pantagruel, la gran obra de Francois Rabelais. En ella se cuenta como, para limpiarse el trasero, uno de los personajes utiliza un ganso vivo, y asegura incluso que el animal puede reutilizarse para dicha tarea. Evidentemente, al tratarse de una obra satírica, está claro que la referencia está hecha con humor. Así que no conviene tomarla demasiado en serio.

En cambio si existen indicios de que los antiguos griegos usaban en ocasiones piedras para esta tarea. Según el estudio, han aparecido en las ruinas de las ciudades piedras con restos de excrementos humanos y, además, existe un antiguo dicho heleno que afirmaba «Con tres piedras basta para frotarse».

Si se sabe con certeza que los romanos empleaban para esta tarea un tipo de esponjas mojadas en agua salada o en agua con vinagre. Y también conocemos que muchos inuits conservan su costumbre ancestral de limpiarse el trasero con musgo durante el verano, y con nieve en invierno.

Existen además indicios que apuntan al uso ocasional de cuerdas entre los marinos, de cortezas de coco entre los nativos polinesios, o de pedazos de bambú entre los antiguos monjes budistas. Pero, tal y como aclara Philippe Charlier, no se puede deducir que esos elementos se empleasen de forma generalizada.

Al parecer, la herramienta de higiene anal más común fue siempre el agua. Y solo cuando el preciado líquido escaseaba, el ser humano recurrió a otros elementos. Generalmente hojas y hierba pero, a veces, también algunos bastante dolorosos de aplicar.

Fuente: Estudio. http://www.bmj.com/content/345/bmj.e8287

Vicente Fernández López