Hay miradas que lo dicen todo. Como la de esta mujer sentada en un tradicional tuk tuk, en la ciudad birmana de Sittwe. La bella protagonista de esta foto pertenece a la etnia de los rohingya, una minoría de raíces musulmanas. Muchos de los miembros de este grupo han protagonizado en los últimos meses un éxodo, formando parte de esa multitud que abandonaba el país en precarias balsas atestadas de gente. Varias ONG denunciaron recientemente que mujeres pertenecientes al grupo rohingya, ingresadas en campos de refugiados de Tailandia, estaban siendo obligadas a formar parte de redes de trata de blancas. Pero los rohingya tienen un largo historial de sufrimiento. Birmania, su país natal, nunca les ha reconocido como ciudadanos de pleno derecho; no se les permite poseer tierras y necesitan un permiso oficial para poder casarse y viajar.
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Vicente Fernández López