En 2014, dos estudios realizados por equipos de las Universidades de California y Stanford causaron una gran expectación. Los investigadores unieron ratones jóvenes y viejos mediante una técnica llamada parabiosis, consistente en coserles para hacerles compartir un mismo sistema sanguíneo. Y los resultados del mismo parecían sugerir que la sangre de los roedores jóvenes, al circular por el organismo de los más viejos, causaba en ellos efectos rejuvenecedores.

La sangre pasó entonces a convertirse en el santo grial del rejuvenecimiento y ya, el pasado verano, una compañía estadounidense llamada Ambrosia ofreció este tipo de tratamientos por el precio de ocho mil dólares.

Pero, antes de que nadie desembolse su dinero, hay que avisar que acaban de publicarse los resultados de un nuevo estudio realizado en la Universidad de Berkeley que ha demostrado que la sangre joven, por sí sola, no tiene ningún efecto rejuvenecedor ni saludable sobre el organismo humano.

Esto no quiere decir que los resultados de los anteriores estudios no fueran correctos. Al contrario, lo eran. Pero faltaba confirmarlos. Y lo que el nuevo informe ha puesto de relieve es que si los organismos de los ratones viejos se beneficiaban de la parabiosis con ejemplares jóvenes, era gracias a la acción de los pulmones, riñones y demás órganos de los cobayas de menos edad. En definitiva, que su rejuvenecimiento se debía a la acción combinada de múltiples factores entre los cuales la sangre solo era uno más, y al parecer, no el más importante.

Pero el nuevo estudio si ha revelado que la ecuación a la inversa funciona. Es decir, que la sangre de los ratones viejos, al circular por el organismo de los más jóvenes si tiene efectos nocivos y tóxicos.

Fuente: http://www.nature.com/articles/ncomms13363

Vicente Fernández López