De todos los caballos que tuvo Napoleón, Marengo fue sin duda su preferido. Prueba de ello es que le puso el nombre de una de sus más sonadas victorias. Pero, tras la derrota de Waterloo, el militar corso no solo perdió la gloria que le precedía, sino también a su montura, ya que le fue arrebatada por los británicos.
Separado de su dueño, Marengo vivió más de treinta años en una granja de Somerset. Tras su muerte, sus propietarios cedieron el esqueleto del animal al Museo Nacional del Ejército de Sandhurst, pero se quedaron con dos piezas de recuerdo. Sus pezuñas delanteras, que fueron convertidas en cajas decorativas por un artesano local.
[image id=»89436″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Pues bien, el paradero de una de esas cajas ha sido un completo misterio durante casi doscientos años. Hasta ahora, ya que la pezuña del caballo de Napoleón ha sido por fin hallada. La reliquia había permanecido olvidada en un cajón de la cocina, en una mansión que fue propiedad de la familia que compró el caballo.
Hay que recordar que marengo parece estar de actualidad permanente. Recientemente, la localidad irlandesa de Buttevant afirmó que existían pruebas de que el animal era originario de las cuadras locales, aunque la versión oficial asegura que se trataba de un ejemplar de raza árabe que Napoleón adquirió durante la campaña de Egipto.
[image id=»89437″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Fuente: The Times.
Vicente Fernández López
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