Thomas Merritt es profesor de la Cátedra de Investigación (Química y Bioquímica) en la Universidad Laurentiana de Canadá. Pero de repente, se ha convertido en un héroe sin capa. Que levante la mano aquel que no se ha desesperado profundamente con las moscas que invaden nuestra cocina en la época estival. Y es que, como dicen las abuelas españolas, «donde hay una, parece que hay cientos».

Pero este científico, en un divertido artículo publicado por él mismo en la plataforma Science Alert, muestra un gran conocimiento sobre ellas y nos da pistas para desalojarlas de nuestra cocina. Según explica, «como investigador que trabaja con las moscas de la fruta, mucha gente me pregunta a menudo cómo pueden echarlas de su cocina. Esto nos ocurre muy frecuentemente a los investigadores, tanto que en las conferencias de moscas (sí, estas existen) se quejan repetidamente de que se les haga esta pregunta».

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Por eso, Merritt ha decidido zanjar esta cuestión de una vez por todas y dedicar un artículo a esta importante cuestión (reconócelo, estás harto de ellas también). El bioquímico explica que en el laboratorio construyen unas trampas, «no son perfectas, pero están bien». Este es el paso a paso:

1. Coge un frasco pequeño tipo mermelada o un vaso de cristal. Añade a este dos centímetros de vinagre de sidra.

2. Cubre el recipiente con un papel circular que luego convertirás en un embudo (se puede usar uno de plástico si tienes).

3. El embudo de papel o de plástico debe quedar bien pegado al recipiente, sin huecos.

Las moscas se sentirán terriblemente atraídas por el contenido del vaso, por lo que se dirigirán hacia él. Lo bueno es que se colarán a través del embudo, pero no sabrán cómo salir después. Merritt explica que también se puede hacer con cerveza o vino, pero «yo prefiero beberme uno de estos mientras hago las trampas». Aquí tenéis una fotografía donde él mismo muestra el proceso con un esquema improvisado:

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Detrás de la trampa hay ‘solo’ un poco de ciencia. Las moscas de la fruta (al menos la Drosophila melanogaster, que es la mosca más común) «se sienten muy atraídas por la fruta madura, concretamente si esta está en descomposición. Allí ponen sus huevos, las larvas eclosionan y se alimentan». Para encontrar este ‘manjar’, las moscas utilizan su sentido olfativo. Lo que las seduce son cosas como el ácido acético, el responsable de darle ese punzante sabor y olor al vinagre». Podrías pensar que la fruta madura sería una buena trampa, pero «el vinagre las atrae mucho más«, explica Merritt.

Cómo estos seres diminutos se han adaptado a tantos ambientes diferentes «es un tema interesante y candente de la investigación actual«, explica el científico. Otro misterio importante en torno a las moscas es ¿dónde van en invierno? «en realidad no lo sabemos», responde Merritt. Muchos conjeturan a que se ocultan en sótanos donde esperan la llegada del verano, pero todavía no se ha podido confirmar.

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No obstante, ahora al menos podrás evitar que invadan tu cocina y estos pequeños diablillos acampen allí a sus anchas.

Rafael Mingorance