Tocar y ser tocado ha sido todo un tabú en la sociedad durante muchos años. Y sigue siendo todo un problema para mucha gente, que entiende el contacto físico como una intromisión dentro de su espacio, un terreno que solo les corresponde a ellos controlar. Por ello, seguro que son muchos a los que les resulta chocante que haya gente decidida a compartir su cama para recibir una sesión de una hora de caricias, abrazos en posición de “cucharita” (algo que habitualmente haces con tu pareja). Pero existe y es una práctica que se ofrece para aliviar tensión, estrés, curar una depresión o, simplemente, sentir la compañía de otro ser humano.

Eso sí, quien se encarga de dar esos abrazos y ese cariño es alguien que está certificado profesionalmente para hacerlo. Y por si os lo preguntabais, no se trata de un servicio sexual ni existe una implicación emocional entre quienes lo practican. Para la empresa detrás de este proyecto “Cuddlist”, que nació en 2016: “El tacto juega un papel importante en la creación de relaciones sociales y muchos de nosotros no disfrutamos suficiente de las caricias en nuestro día a día”. Por ello, son muchos quienes requieren de sus servicios, los cuales pueden tener una duración de 1 hora como mínimo, pero que pueden llegar hasta las 6 horas si fuera necesario. Todo dependerá de las necesidades de cada cliente y de cómo quiere estructurar ese tiempo a lo largo de la sesión, algo que deciden de mutuo acuerdo. Todo es cuestión de hacer cuentas: el precio por cada hora es de 72 euros, así que poneros a sumar.

Podemos ver cómo funciona en el siguiente vídeo de Business Insider UK, donde una periodista se ofrece a probar “in situ” esta terapia. Allí conocemos a Dieniz Costa, una “acariciadora” profesional que asegura que mientras se realiza la terapia el cliente siente su hogar como “un espacio seguro, donde la gente puede explorar el tacto. Un nivel de caricias que es probable no encuentren a diario”. Podréis ver cómo la situación puede resultar un poco desconcertante al comienzo, pero con el tiempo, la periodista logra estar más y más relajada hasta el punto de asegurar que la sesión le resultó corta.

¿Serías capaz de probar una terapia de este tipo con un desconocido?

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Fuente: Business Insider UK

Alberto Pascual García