La madre de Satán es el terrorífico nombre por el que se conoce al explosivo que suelen utilizar los terroristas suicidas del Daesh. Se trata de un arma de fabricación casera que incluye en su composición elementos tan comunes y fáciles de conseguir como el agua oxigenada, la acetona y ácido. El resultado es un polvo blanco ultrafino que es muy fácil de introducir en cualquier parte y que hasta ahora resultaba muy difícil de detectar.

Pero un equipo del Grupo de Investigación en Química Orgánica de la Universidad de Burgos, ha desarrollado un nuevo modelo de sensor fluorogénico portatil que es capaz de detectar la presencia de este explosivo en su forma gaseosa. El aparato funciona emitiendo fluorescencia cuando entra en contacto con una determinada sustancia, en este caso con el triperoxido de triacetona, que es el nombre científico de dicho explosivo.

Los investigadores explican que si alguien introduce una maleta con este explosivo en la bodega de un avión, el compuesto emite un vapor que no se huele, por lo que los perros no son capaces de detectarlo. Pero el sensor si puede hacerlo, incluso aunque se trate de cantidades mínimas.

La otra gran novedad de este diseño es su tamaño. Mientras la mayoría de los sistemas de seguridad de los aeropuertos requieren de instalaciones de gran tamaño, este sensor, al ser portatil, es muy fácil de utilizar.

Fuente. SIC.

Vicente Fernández López