Soy una de los 3.000 millones de habitantes del planeta que no había nacido cuando se publicó El mono desnudo. Era el año 1967, y la obra es aún hoy un referente mundial para entender al ser humano. No había internet, ni tele en color, ni habían encontrado a Lucy, la refamosa Australopithecus afarensis que tanto explica sobre nuestra especie, cuando Desmond Morris tuvo la valentía de publicar aquella obra. Morris explicó el comportamiento humano con ojos de zoólogo, como se explican el cortejo del pavo real y la comunicación en los elefantes. Me pregunto qué le llevó a escribir aquel libro.

¿Cuál fue la primera pregunta que se hizo sobre nuestra especie?

–Como zoólogo, y desde el punto de vista con el que había estudiado otros animales, creía que había mucho por saber de la especie humana. Empecé mi carrera estudiando peces, luego pájaros y después mamíferos, hasta terminar con los chimpancés. Era obvio que el siguiente en mi lista tenía que ser el animal humano. El libro que escribí puso furiosa a la gente, pero mi respuesta era que ¡me gustan todos los animales! Así que, ¿cuál era el problema? Sentía que estaba honrando a los humanos por llamarles animales, no insultándoles. Mi interés a la hora de escribir este libro era tratar de explicar el comportamiento sexual humano, pero después seguí mirando otras actividades básicas, como pelear, comer, jugar, descansar…

—A pesar del tiempo transcurrido, aún hay a quien le molesta aquella comparación con los animales. Pero usted no se quedó ahí. Después publicó La mujer desnuda (editorial Planeta). Y entonces crispó a las feministas, porque les atribuía un papel de cuidadoras del hogar, frente al aguerrido y valiente macho cazador. Y ahora, El hombre desnudo. ¿Qué será en esta ocasión lo que disguste al macho de nuestra especie?

–¿De qué hablan? ¿Qué libro ha leído esa gente? ¡Yo soy feminista! En La mujer desnuda decía claramente que en tiempos primitivos ellas estaban en el centro de la sociedad y que los hombres, que eran especialistas en cazar, estaban fueran, buscando alimento. Cuando nos trasladamos a las ciudades, la vida urbana favoreció injustamente a los machos. Esto es por lo que las feministas tienen razón cuando piden volver a desempeñar un rol central. Las pocas feministas que tú dices que se crisparon con mi libro La mujer desnuda son, creo, aquellas a las que les gusta crisparse. Imagino que el hecho de que un hombre escriba un libro sobre las mujeres es suficiente razón para enfadarlas. Tendré que cambiar de sexo para poder satifacerlas.

—Usted explica que, debido a las nuevas tecnologías de inseminación artificial, el macho quedará obsoleto. Según su opinión, ¿qué hace imprescindible al hombre?
–Pronto será posible obtener espermatozoides a partir de óvulos en el laboratorio. La inseminación se producirá in vitro y se creará una nueva civilización solo de hembras. Pero no creo que la mayor parte de la gente deje de crear la familia de la forma tradicional. Si fuera posible hacer al hombre redundante, sería una gran pérdida, porque son los hombres quienes asumen el riesgo en la sociedad y, por lo tanto, son los hombres quienes inventan e innovan. La sociedad no puede estar sin ellos si ha de haber progreso en la especie.

–¿El varón está perdiendo su estatus de líder social, amilanado ante el empuje de la mujer? ¿Hacen falta voces en defensa del hombre?
–Hombres y mujeres evolucionan igual (pero con matices), con división de labores. Uno necesitaba al otro y el otro al uno; y ambos lo saben. Si uno de los sexos se hace dominante sobre el otro, ya sea mujeres sobre hombres o viceversa, la especia humana sufrirá por ello. La mejor solución para los sexos es tener el mismo poder. Las mujeres son mejores en la organización y en el cuidado del grupo, mientras que los hombres las superan en la búsqueda de nuevas tecnologías para mejorar la sociedad.

–Le he escuchado decir que si el mundo estuviera gobernado por mujeres, todo iría mejor. ¿Por qué?
–Porque las mujeres son más cuidadosas y es menos probable que lleven a la guerra. A los hombres les gusta asumir riesgos, y disfrutan con el peligro, por lo que siempre existe la oportunidad de que, como líderes, hagan algo que implique probarse a ellos mismos. Los hombres tienen grandes sueños y ambiciones, mientras que las mujeres poseen más sentido común.
–Dice usted, respecto a la paternidad, que el macho humano se parece más al pájaro que al mono.
–Se parece más a los pájaros que a los monos porque los pájaros tienen que formar parejas para incubar huevos. Los humanos también tienen una carga parental, y si forman parejas con mujeres, hay mayor probabilidad de que los niños sobrevivan. Esta es la razón por la que los humanos se enamoran, pero los monos no. La mona puede criar fácilmente su bebé por sí misma, pero es duro para una mujer criar sin tener al lado la figura paterna.

–En su libro, explica el porqué del gusto masculino por los utensilios: ¿el destornillador es una prolongación del hacha de sílex?
–Los hombres se especializaron como cazadores y necesitaron de la tecnología. Desarrollaron un interés especial en hacer armas y otros instrumentos. Y esta tendencia sigue vigente hoy en día. Esta es la razón por la que la ingeniería, la mecánica y otros campos similares son dominados por el hombre.

Lorena Sánchez Romero