Woody Allen y Francis Ford Coppola ya lo habían recibido con anterioridad. Y ahora le ha tocado el turno a Martin Scorsese, el tercero de los grandes cineastas neoyorquinos (el cuarto, Sidney Lumet, ya ha fallecido). El gran director recibe hoy el Premio Princesa de Asturias de las Artes. Y, por ese motivo, recordamos aquí sus cinco películas esenciales.

Taxi driver (1976)

Uno de los títulos capitales del cine americano de los años 70. Y un crudo retrato del lado más oscuro del Nueva York de antaño.

Robert De Niro es un veterano de Vietnam que se gana la vida como taxista del turno de noche, codeándose con chulos, prostitutas, camellos y políticos corruptos.

Hasta que harto de tanta podredumbre humana decide acabar con parte de la escoria callejera.

La película causó sensación por su excepcional y realista retrato de un Nueva York que ya no existe, y causó una gran polémica por su extrema violencia.

New York, New York (1977)

La incursión de Scorsese en el terreno del musical fue un emotivo y colosal homenaje al Hollywood de los años clásicos. El cineasta recuperó el glamour de las añejas coreografías de Busby Berkeley, pero las tiñó de tristeza y amargura. Se adelantó así a lo que Bob Fosse haría unos años después en «All that jazz».

El rey de la comedia (1982)

Una de sus películas más desconocidas, y también una de las mejores. Retrato de un mitómano delirante, encarnado por el imprescindible De Niro, que acosa continuamente a una estrella de la comedia televisiva interpretada por Jerry Lewis.

La película propone un negrísimo relato sobre cómo algunas personas están dispuestas a cometer cualquier disparate por alcanzar una efímera fama, que no desentonaría para nada con lo que actualmente vemos en televisión.

Scorsese tuvo además el acierto de intercambiar los roles característicos de sus actores, y darle a De Niro el personaje más o menos cómico, y a Lewis el más serio.

Toro salvaje (1980)

Para muchos la mejor película de boxeo de la historia. Un soberbio melodrama filmado en un esplendoroso blanco y negro sobre la vida del púgil Jacke LaMotta.

Uno de los nuestros (1990)

Y la que puede ser la tercera mejor película de gangsters de todos los tiempos, solo por detrás de las dos primeras partes de «El Padrino».

A partir de la historia de chivato, encarnado por un joven Ray Liotta, Scorsese traza un agrio relato teñido de sangre y furia sobre los efímeros lazos de afecto que se establecen en el seno de un clan mafioso.

En este filme todos los personajes son auténticos indeseables, desde el pragmático delincuente encarnado por Robert De Niro, hasta el psicópata al que da vida un Joe Pesci en estado de gracia.

Y, pese a ello, por momentos se ganan las simpatías del público.

Vicente Fernández López