SER HUMANO

Otzi, más cerca que nunca

 

Cara a cara

Marco Samadelli, investigador del Museo Arqueológico del Sur del Tirol, donde se encuentra Otzi, analiza sus medidas corporales. Samadelli es quien ha escaneado el interior de la momia.

Clave mínima

El hallazgo y posterior análisis de una de sus uñas posibilitó descubrir que su sistema inmunitario había sido sometido a mucho estrés poco antes de morir.

Con los ojos abiertos

Los científicos encontraron restos de pigmentos azules en su iris. De esto han podido deducir que tenía los ojos de dicho color.

Tatuajes que curan

Los dibujos en su piel buscaban aliviar el dolor de antiguas heridas. Y lo que parece hierba en su cadera son fibras corporales que resultaron dañadas durante la excavación.

Perfectamente preservado

Una serie de casualidades han permitido que el cuerpo se conserve en excelente estado. Otzi murió en un barranco rodeado de glaciares y sepultado por metros de nieve, que le protegieron del movimiento del hielo.

En el blanco

Una herida de flecha podría haber sido la causa de la muerte de Otzi, lo que también le paralizó el brazo. En su muñeca se encontraron tatuajes destinados a aliviar el dolor de las articulaciones, ya que sufría de artritis.

Así era otzi

Cuando estaba vivo, medía cerca de 1,6 metros y pesaba alrededor de 50 kilos. Pero el proceso de momificación ha dejado su altura en 1,54 metros, y su peso en 13 kg.

Cámara glacial

Con el objetivo de imitar las condiciones en las que se halló la momia, el Museo Arqueológico del Sur del Tirol ha desarrollado un sistema de refrigeración único en el mundo. Para que no se seque, por ejemplo, se la rocía con agua, lo
que produce una
fina capa de hielo sobre el cuerpo.

Demasiado sol

Cuando se recuperó su cuerpo, en pleno verano, el sol había derretido el hielo, y la mitad del torso de Otzi sobresalía del glaciar. La herida en su cabeza es una quemadura causada por la exposición solar.

Buena forma física

Pese a su edad, 45 años (probablemente era el hombre más viejo de su tribu), las piernas y glúteos dan testimonio de sus frecuentes caminatas, ya sea para buscar nuevos pastos o mejor caza.

Juan Scaliter

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