SER HUMANO

Novichok, la neurotoxina diseñada en un laboratorio ruso que podría pasar por un herbicida

Entre los componentes de novichok se emplean insecticidas organofosforados, por lo que un programa secreto de armas químicas podría ser disfrazado como una investigación de plaguicidas legítima

Novichok, el agente nervioso que Alemania considera responsable del envenenamiento de Alexei Navalny, crítico al siempre inquietante presidente ruso Vladimir Putin, y en coma en un hospital de Berlín, se desarrolló en la Unión Soviética en las décadas de 1970 y 1980. Hoy ha salido a la luz que sigue utilizándose, a pesar de todas las prohibiciones internacionales para que las naciones sigan fabricando y desarrollando «armas químicas» con un potencial tan devastador como los novichok.

Los agentes nerviosos novichok, también conocidos como la «serie N», fueron desarrollados en secreto por la ex Unión Soviética a partir de la década de 1970.  No fueron los primeros. Su programa seguía a la «serie G» de agentes nerviosos fabricados por Alemania en la década de 1930 y, posteriormente, también antes de los rusos, a los conocidos como «serie V» fabricada por el Reino Unido en la década de 1950.

El uso de cualquier sustancia química como armamento está prohibido por la Convención de Armas Químicas de 1997, de la cual Moscú es signatario. Pero novichok fue diseñado para resultar indetectable por los sistemas de seguridad y superar los sistemas de protección contra armas químicas que utilizan los principales ejércitos del mundo.

La composición de novichok es ligeramente diferente de los gases venenosos más conocidos como el VX y sarín. Según la experta estadounidense en armas químicas Amy Smithson, se fabrica con agroquímicos para que su producción pueda ocultarse más fácilmente dentro de una industria comercial legítima. Un laboratorio que lo fabrique podría pasar por una fábrica de plaguicidas.

«Es perfectamente posible que los británicos la hayan fabricado. Y, como ellos, otros muchos países»

Vil Mirzayanov, el científico ruso que creó novichok, declaró que otros países podrían tener también esa potente arma. Mirzayanov, publicó la formula en un libro titulado State Secrets: An Insider’s Chronicle Of The Russian Chemical Weapons Program Secrets. «Es perfectamente posible que los británicos la hayan fabricado. Y, como ellos, otros muchos países», decía.

Vil Mirzayánov  fue en 1992 el primero en informar sobre el desarrollo de novichok en un diario ruso. Fue detenido el 22 de octubre de 1992, y enviado a la prisión de Lefórtovo por divulgar secretos de Estado.

Según Mirzayánov, que emigró a EE.UU. en la década de 1990, declaró en su libro que el programa para desarrollar nuevos tipos de armas químicas comenzó en 1973 y participaron más de 200 químicos e ingenieros. Desde entonces, numerosos agentes nerviosos de tipo novichok se produjeron y se patentaron en Estados Unidos como armas químicas, la última patente data del 1 de diciembre de 2015.

De todas las variantes, la más potente, desde un punto de vista militar, fue el A-232 (mejor conocido como novichok-5)

La familia novichok comprende más de un centenar de variantes estructurales que pertenecen a las llamadas «armas químicas de cuarta generación». De todas las variantes, la más potente, desde un punto de vista militar, fue el A-232 (mejor conocido como novichok-5).

Sus efectos

Se cree que los agentes de novichok son de cinco a 10 veces más letales que el VX y sarín, aunque hasta ahora el único uso conocido había sido en 2018, cuando se demostró que novichok había sido utilizado con un ex espía ruso y su hija.

Las neurotoxinas son sustancias químicas que producen daños neurológicos. El plomo, el etanol y la toxina botulítica forman parte de ese grupo. Lo que hace distinto a las noichock es que se diseñó en un laboratorio ruso en el que buscaban un arma química potente y que no fuera detectada.

La exposición a neurotoxinas en la sociedad no es nueva, ni es solo cosa de espías. Las civilizaciones han estado expuestas a compuestos neurológicamente destructivos durante miles de años, como la exposición al plomo durante el Imperio Romano.

Las neurotoxinas pueden inducir la parálisis del sistema nervioso sistémico como en el caso de la toxina botulínica, o incluso la muerte del tejido nervioso. El tiempo requerido para la aparición de los síntomas tras la exposición varía según las diferentes toxinas: horas para la toxina botulínica  y  años para el plomo.

Novichok está dirigido a paralizar el sistema nervioso sistémico. Los primeros síntomas son las convulsiones y la pérdida de la conciencia, pero acaba provocando un paro respiratorio y cardíaco y, en muchos casos, la muerte. La sustancia actúa muy rápido, y sus síntomas se manifiestan en menos de un minuto después del contacto del polvo con la piel.

Aquí puedes ver las 5 armas químicas más temibles y letales

 

Redacción QUO

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