Se te va a caer el mito de la sociedad inalámbrica: cerca del 99% del tráfico intercontinental de internet aún viaja por medio de cables, y solo el resto llega a través de satélite. Un informe del prestigioso Institute of Electrical and Electronics Engineers (EEUU) no solo avisaba de ello hace poco en la Cumbre Mundial de Ciberseguridad de Dallas, sino que apuntaba que hay varios cuellos de botella que, si se sabotean o fallan por alguna razón, pueden causar un bonito colapso de las telecomunicaciones.

El estrecho de Malaca (Singapur), el de Luzón (Islas Filipinas) y el Canal de Suez son las zonas vulnerables. Lo de que fallan es un decir, porque una de las causas más frecuentes de los cortes de servicio en el Sudeste Asiático –sin contar las anclas de barco que se enganchan– es el robo de la valiosa fibra óptica de la que están hechos los cables. Por lo pronto, ya hubo que “mudar” 200 km al este el tendido que une Kenia con los Emiratos Árabes porque los piratas somalíes se habían encariñado en exceso con tan peculiar tesoro submarino.

Mientras los países se ponen de acuerdo en formar una “policía” submarina que proteja las conexiones, ya se han comenzado a tirar nuevos cables que sirvan de ruta alternativa a los datos si las demás vías están inutilizadas. En España tenemos suerte, especialmente porque a finales de año ya habrá cinco nuevos tendidos submarinos en el área mediterránea. De paso, los más voluntariosos quieren aprovechar para que los países menos desarrollados reciban nuevas y mejores conexiones. Bueno, cuelgo, que se me corta…

Redacción QUO