Las micro-redes sociales proliferan en internet para apartarse del ruido de las grandes. Sobre todo, en empresas que empiezan a crearlas como complemento de las intranets para hacer gestiones de trabajo y de personal. Por ejemplo, Telefónica en Latinoamérica ha creado Comunica 2.0 (mira este vídeo), que permite a los trabajadores mantener un perfil personal que agrupa a los compañeros con los que interactúa, e integra blogs, comentarios, documentos compartidos y foros en los que participar para comentar cosas. Dell y Nikon ya tienen algo similar.

Abierta al público, Skype ha creado Skype in the Classroom solo para profesores. Y las hay, por ejemplo, solo para jugadores de pádel, o para amantes de los problemas matemáticos, como Sangakoo. Al calor de la tendencia, hay ya empresas que diseñan estas redes por encargo, y existen aplicaciones de software libre, como Elgg, Dolphin y Pligg. En España, por ejemplo, ha nacido recientemente Interoper, que trata de aunar en una sola plataforma las utilidades de una intranet de colaboración entre empleados y de una extranet de relación con clientes y proveedores.

Si te fijas, son un remake avanzado de los antiguos grupos de noticias y discusión y noticias de Usenet (nacidos en 1979, y absorbidos por Google), pero con más funcionalidades. Aquel servicio, el otrora exitoso Yahoo! Groups y algunos otros siguen abiertos y aún admiten grupos nuevos, pero son un reducto de temas raros, y de usuarios poco duchos y menos activos.

Pero gozan de un “silencio” ya imposible en las grandes redes sociales (y de menos publicidad). Sí, en las caralibros también se pueden crear páginas de fans, grupos –se pueden configurar para que no estén a la vista de todos– y demás, pero es como reunirse en una estación de tren. Si a esa especificidad y a esa tranquilidad de los viejos grupos se le añade formato de red social, se gana interactividad, agilidad al compartir comentarios, fotos y vídeos, y mejor calidad de diseño. De ahí la
nueva tendencia.

Redacción QUO