Cada vez hay más drones en el cielo y, no vamos a negarlo, la cosa irá a peor en un futuro. Ya son numerosas compañías las que quieren llevar el correo hasta tu ventana en un dron, repartir paquetes a domicilio o incluso la comida que hayas pedido al restaurante fast-food de turno. Pero, ¿y si en el vuelo de camino se encuentran de frente con un vuelo comercial? Bueno, las posibilidades de que ocurra eso son mínimas, teniendo en cuenta que los aviones alcanzan una altura de crucero a unos 10 kilómetros de distancia del suelo y, no creemos que los drones ocupen espacio aéreo en sus trayectos (más que nada porque sería ilegal y totalmente inseguro). Pero, ¿y si pasa? ¿Y si alguien lo hace de manera deliberada? ¿Y si un grupo terrorista busca de esta manera hacer daño a un vuelo? ¿Quién ganaría: el dron o el avión?
Es la pregunta que se hizo un grupo de científicos del Instituto de Investigación de la Universidad de Dayton y los resultados han dado que pensar, y es que «no siempre un avión ganaría a un dron». Para lograrlo, imitaron un posible choque de ambos tipos de aeronave a una velocidad de 383 km/hora. Usaron un cuadricóptero DJI Phantom 2, de 1 kilo de peso, el cual lanzaron contra el ala de un Mooney M20, un pequeño aeroplano propulsado por un motor de pistón.
Lo que los científicos descubrieron es que el dron no se rompe específicamente por el impacto. En su lugar, hace un enorme agujero en el borde principal del ala, dañando su mástil principal, su estructura principal. Aquí podéis ver el impactante resultado.
Los científicos no solo lanzaron un dron a esa velocidad, también probaron el daño que podría causar un pájaro contra un ala, y la sorpresa es que era muy parecido, aunque los drones acababan penetrando más en el interior de la estructura causando aún más daño. Con este tipo de experimentos, el equipo de la Universdad de Dayton quiere concienciar sobre la necesidad de que los drones se construyan más frágiles, o que se rompan más fácilmente en caso de impacto.
Fuente: PetaPixel
Alberto Pascual García