¿Recuerdan aquellas sensaciones que producía ver antaño una película en el cine? Esa imagen granulada, y esos fotogramas rallados cuando la copia ya llevaba meses de exhibición… Hay que tener ya una edad para acordarse de ello porque, desde hace ya dos décadas, el cine ha ido abandonando el viejo formato de 35 mm para convertirse en digital. De hecho, ya es complicado encontrar un cine que no haga proyecciones digitales. Hasta la Filmoteca Española se ha pasado al nuevo formato y cada vez proyecta menos copias de 35.
Pero la película de celuloide se resiste a morir. Y la prueba de ellos es que varios de los mayores estudios de Hollywood han firmado un acuerdo con la casa Kodak para salvar este formato. Eso no quiere decir que se vaya a volver en masa a realizar películas en 35 mm, pero volverá a ser una opción, y esa es una buena noticia para muchos cineastas y aficionados, ya que el sistema antiguo ofrecía una calidad de imagen más densa y definida que el digital. Como afirmaba Quentin Tarantino: «Las películas rodadas en 35 permiten crear una atmósfera mucho más real e intensa que las rodadas en formato digital».
De hecho, algunos cineastas seguían rodando sus películas en dicho formato, tal y como hizo Christopher Nolan en Interstellar, aunque luego se digitalizaban para su proyección. El resultado es que la nitidez de la imagen no eran tan perfecto, pero si seguía siendo mejor que el de las películas rodadas directamente en formato digital.
Y, ojo, no estamos diciendo que el digital sea un mal formato. Evidentemente, ambos tienen sus ventajas. Y a partir de ahora los cineastas las valorararán y podrán elegir cual se ajusta mejor a las necesidades de su película.
Redacción QUO