Plantar árboles podría tener un efecto inverso en el calentamiento
Dos estudios realizados por expertos de universidades de Holanda, Alemania, Francia, Singapur e Italia, demuestran que alterar la composición de los bosques no solo influye en el ciclo de carbono, también en la temperatura superficial, en un grado bastante significativo. Los resultados destacan que los cambios llevados a cabo por los seres humanos generan consecuencias más severas de las pensadas. Por ejemplo, en Europa, el 85% de los bosques han sido gestionados de algún modo por los humanos que reemplazamos especies nativas por otras más comerciales. Los científicos analizaron, mediante un modelo informático, 250 años de gestión humana en los bosques, incluyendo los cambios de especies y descubrieron que el cambio de árboles planifolios (arces, abedules o hayas) por coníferas (más comerciales), provocan cambios significativos en el transporte de vapor y en el albedo, la cantidad de radiación que refleja una superficie. Estos cambios, combinados con la emisión de carbono asociada a estos bosques, han contribuido al calentamiento más que a mitigar sus efectos.
El segundo estudio examina de qué modo los cambios en el dosel de los bosques, afectan los flujos de energía y agua entre la superficie y la atmósfera.
El ácaro que infecta a las abejas
Uno de los virus que más afecta a la población de abejas es el de las alas deformes, DWV por sus siglas en inglés. Esta infección ha pasado de endémica a global debido al movimiento de su vector, el ácaro Varroa que se difunde en gran parte gracias al comercio humano de colonias que están contaminadas. Un estudio, realizado por universidades inglesas, suizas y estadounidenses,describe las rutas de contagioy la dinámica de DWV, basándose en datos moleculares. Datos previos, señalaban que la acción de este ácaro no es solo de vector, también aumenta la virulencia de la infección. Para los científicos es fundamental conocer el modo en el que se difunde el DWV para intentar controlar sus efectos.
La capa de hielo de Groenlandia depende tanto del futuro como de su pasado
Esta isla del Atlántico norte representaba un enigma para muchos expertos: mientras la capa de hielo exterior se derrite a un ritmo acelerado desde hace varios años, tierra adentro, la capa de hielo en el centro de la isla, se ha hecho más gruesa. Un equipo de universidades de Canadá, Estados Unidos y Dinamarca ha analizado datos obtenidos por radares a diferentes profundidades en la isla. La información obtenida les lleva a deducir que durante el último período glacial, se formó una capa de hielo suave debido a la cantidad de polvo en la atmósfera. Sin embargo, a lo largo de los últimos 9.000 años, el hielo acumulado es más rígido y ejerce presión sobre las capas más suaves, demorando el ritmo al que se derrite. Esto sugiere que el hielo en esta región está afectado por eventos presentes y pasados. Algo fundamental para poder realizar modelos acertados del aumento de los niveles en los océanos.
Utilizan el ADN como modelo para nanopartículas que se autoensamblan
A la hora de diseñar estructuras con nanopartículas, hacer un uso efectivo del espacio resulta fundamental para obtener las propiedades buscadas. En este sentido la naturaleza ofrece uno de los mejores modelos de aprovechamiento y autoensamblaje: el ADN.
Un grupo de científicos de Japón y Estados Unidos ha desarrollado una técnica que permite que las nanopartículas se autoensamblen aprovechándose de las cualidades del ADN para construir sistemas tridimensionales. El uso de material genético para programar la “arquitectura” de nanopartículas permite lograr un enorme grado de precisión a una escala molecular y una gran flexibilidad, ya que las hebras de ADN pueden tener diferentes longitudes, con distintas propiedades. La técnica aporta nuevos avances en óptica, metamateriales, ingeniería y química.
Juan Scaliter