Nueva alarma climática. Nuevo estudio que pretende decirnos que no vamos por el buen camino en cuanto a la meteorología ser refiere y que en apenas 30 años podríamos estar viviendo en un mundo que no se parece nada al actual. Según un estudio publicado en la revista PLoS ONE, realizado por investigadores del Instituto Federal Suizo de Tecnología de Zurich (ETH-Zurich) sobre 520 ciudades del mundo, debemos prepararnos para un aumento considerable de las temperaturas. El 77% de las ciudades vivirá un cambio sustancial de su clima, hasta el punto de que al menos un 22% de ellas experimentará condiciones climáticas que jamás han sido registradas en la Tierra.

Para que os hagáis una idea, podéis acceder a este mapa interactivo en el que consultar los aumentos más considerables para 2050, en comparación con la temperatura actual. En el caso de España, por ejemplo, Madrid tendrá un clima más propio de la actual Marrackech (Marruecos), con un incremento medio anual de unos 2’1ºC, y un ratio de entre 3’1ºC en los meses más fríos a 6’4ºC en los más calurosos. Mientras que Barcelona, la media de todo el año es 2.5ºC, la del mes más cálido se verá incrementada 3’4ºC y la del más frío lo hará en 2’2ºC. De esta manera, las temperaturas serán más parecidas a Adelaida (capital de Australia). No son las únicas comparativas a destacar: llama la atención que Estocolmo se parecerá a Budapest, Londres será el nuevo Barcelona, Moscú será como Sofía, mientras que Seattle reflejará el clima de San Francisco.

Con este trabajo, los investigadores pretenden «facilitar al mundo la compresión del cambio climático a escala global y ayudar a políticos y gestores urbanísticos a visualizar el clima futuro en sus respectivas ciudades para facilitar la toma de decisiones». Solo en Europa, los veranos serán más calurosos, unos 3’5ºC más de media, mientras que los inviernos el mercurio se elevará unos 4’7ºC más. Estos datos muestran que en solo 3 décadas será «como si el continente se hubiese desplazado unos 1.000 kilómetros en dirección al sur».

Puedes consultar el estudio en la revista PLoS ONE.

Alberto Pascual García