Nos queda mucho por saber de los dinosaurios, aunque posiblemente nunca te habías imaginado que un grupo de científicos les acusaría de colocarse con dietilamida de ácido lisérgico, más conocido como LSD. Pero ha ocurrido. Según publica Pacific Standard, todo vino a consecuencia de que un equipo de paleobiólogos de la Universidad de Oregón encontró una curiosa hierba en un trozo de ámbar que había sido extraído de una mina del norte de Birmania. Al examinarla se percataron de que estaba contaminada por un hongo, muy popular en tierras de Castilla como cornezuelo del centeno y que el fósil tenía en torno a 110 millones de años, suficiente para relacionarlo con el Cretácico y los dinosaurios.

El Claviceps purpurea o cornezuelo es un hongo parásito que, aunque suele afectar a todo tipo de cereales o hierbas, su anfitrión favorito es el centeno. Su popularidad se debe a que entre las sustancias químicas que contiene se encuentra el ácido lisérgico, precursor del potente alucinógeno LSD. Antes de que este importante detalle tóxico fuese sintetizado, ingerido y experimentado por Albert Hofmann, la ignorancia de sus propiedades causó más de un problema. En la Edad Media, por ejemplo, el desconocimiento de que fuese nocivo para el ser humano les condujo a no depurarlo y permitir que el hongo se mezclase con la harina que finalmente consumía la gente. Esto provocó atroces y devastadoras enfermedades en la población. De hecho, el envenenamiento a consecuencia del grano infestado fue un problema muy común en Europa durante esta época. Se ha llegado incluso a especular que los juicios de brujería de Salem pudieron deberse a que las jóvenes acusadas estaban intoxicadas por el centeno.

¿Era tan poderoso el hongo en la etapa de los dinosaurios?

Pensar que los dinosaurios podrían haberse colocado con LSD es una idea tan divertida que no podemos resistir preguntarle a un experto. Según Paleofreak: «a lo mejor ese hongo era alucinógeno como el cornezuelo de hoy, o a lo mejor no lo era. A lo mejor algunos dinosaurios se lo comían y a lo mejor no. Y a lo mejor les hacía efecto, o no», así de contradictorio se muestra este biólogo apasionado por los dinosaurios. Y no es para menos, pues los investigadores de Oregón tampoco pueden poner la mano en el fuego por esta afirmación. «Existe una gran posibilidad de que algunos de los compuestos químicos hallados en el fósil fueran alucinógenos» reconoce George Poinar, uno de los autores del estudio. «Pocos hongos han tenido un mayor impacto histórico en la sociedad que cornezuelo.»

Las ingesta de drogas o el alcohol en nuestros antepasados no es ninguna novedad, aunque también es cierto que hasta ahora no habíamos retrocedido tanto como para implicar en la historia de la drogadicción a los dinosaurios. Según publicaba recientemente la historiadora Elisa Guerra-Doce, «las drogas vegetales y el alcohol tenían una función sagrada entre las sociedades prehistóricas europeas y su uso debió de estar controlado». Según narra en el artículo, publicado en el Journal of Archaeological Method and Theory, «en tiempos remotos la flora europea ofrecía un gran número de plantas y hongos que poseían propiedades psicoactivas y podían alterar la percepción o generar alucinaciones». Entre ellas se encuentra el cornezuelo del que ya hemos hablado, así como la adormidera, el cáñamo, la belladona, la mandrágora, el estramonio o incluso setas alucinógenas. Según la autora, se usaban en rituales y ceremonias, y este uso ha quedado incluso reflejado en representaciones artísticas.

Pero, ¿los dinosaurios se colocaban o no?

Pues según todos los datos disponibles podría ser, pero es obvio que no hay un sí definitivo. Hay tres cosas que los paleobiólogos no pueden asegurar. La primera es la duda más que razonable de si este hongo era o no alucinógeno en el último período de la Era Mesozoica. En segundo lugar tampoco sabemos si terminaban, ya sea de forma directa o indirecta, dentro de la ración diaria de comida de los dinosaurios. Y, en tercer lugar, es más improbable aún llegar a saber si se colocaban y acababan teniendo alucinaciones corriendo como locos por las praderas. Aunque no negaréis que es divertido imaginárselo.

Vía | The Telegraph

Redacción QUO