Dos años atrás, científicos chinos realizaron la primera edición genética de embriones humanos mediante la técnica CRISPR. Fue el primero realizado en dicho país, pero no el último.
Ahora, un equipo de la Universidad de Oregón, liderado por Shoukhrat Mitalipov, habría logrado un avance similar: modificar el ADN de un gran número de embriones mediante la misma técnica.
Aunque aún está pendiente de publicación, colaboradores de otras universidades han asegurado que el experimento se ha llevado a cabo con éxito.

El éxito de Mitalipov, ya conocido por clonar embriones humanos para obtener células madre en 2013, se ha llevado tantas portadas debido a que ha sobrepasado a los ensayos anteriores tanto en el número de embriones editados, como en la capacidad de demostrar la posibilidad de corregir genes defectuosos de modo relativamente seguro.
Los embriones modificados no estaban destinados a implantarse y solo sobrevivieron un par de días. El objetivo era demostrar que es posible reemplazar los genes que provocan enfermedades hereditarias. La ventaja del uso de CRISPR es que la modificación realizada no solo afecta al embrión, sino que se trata de ingeniería de línea germinal: los cambios se transmiten a las generaciones posteriores también.

¿Cuál es el problema? Primero, estamos hablando de una técnica relativamente reciente que aún presenta fallos, como los efectos en cadena que puede provocar un cambio muy sencillo.
También abre las puertas a conflictos éticos relacionados con los bebés de diseño. De hecho, en febrero de 2016, un informe elaborado por el Comité de Inteligencia del Senado de Estados Unidos y firmado por James R. Clapper, director de Inteligencia Nacional, ubicaba, en la página 13, a las técnicas de edición genética en el apartado de Armas de Destrucción Masiva, junto a la guerra química en Irán y Siria, la violación de tratados de armas nucleares de Rusia y la carrera armamentística de Corea del Norte

Juan Scaliter