La revista Science ha nombrado como avance del año las primeras observaciones de la fusión de dos estrellas de neutrones, un evento astronómico de tal magnitud que ha servido para detectar las, hasta hace poco esquivas, ondas gravitacionales.
Todo comenzó dos años atrás cuando eldetector de ondas gravitatorias LIGO (Observatorio de Onda Gravitacional del Interferómetro Láser) descubrió la fusión de dos agujeros negros, este hallazgo culminó en un premio Nobel. En agosto pasado, LIGO lo hizo de nuevo: con la ayuda del detector llamado VIRGO, descubrió una nueva fuente de radiación gravitacional.

Así llegamos a las dos estrellas de neutrones, a 130 millones de años luz de distancia, que girando en espiral, generaron pequeñas las vibraciones en el espacio-tiempo conocidas ondas gravitacionales. Estas fueron, detectadas por cientos de científicos y decenas de observatoriosdel planeta.
El descubrimiento mostró que las ondas gravitacionales ofrecen una nueva forma de observar el universo y una herramienta importante para los astrónomos. “Los científicos no solo detectaron las ondas gravitacionales de una colisión de dos estrellas de neutrones – señala Tim Appenzeller, editor de Science, en un comunicado –, sino que también vieron el evento en todas las longitudes de onda de la luz, desde los rayos gamma hasta las ondas de radio. Ser capaz de obtener una imagen completa de eventos violentos como este, promete transformar la astrofísica, y eso hizo de la observación de este año, el inequívoco ganador”.

Lo interesante es que “la fusión de las estrellas de neutrones fue uno de los eventos más estudiados en la historia de la astronomía: unos 4.156 investigadores de 953 instituciones colaboraron en un solo documento que resume la fusión y sus secuelas – concluye Adrian Cho, colaborador del Science –. Los astrofísicos dicen que la fusión de estrellas de neutrones solo despierta su apetito de más datos”.
Entre los otros candidatos a ser considerados Avance del Año fueron el el descubrimiento de nuevas especies de primates o la edición genética

Juan Scaliter