Hay dos tipos básicos de dolor. El agudo, que se experimenta cuando se sufre una herida o golpe, y el crónico, consecuencia de una lesión o de la inflamación provocada por una enfermedad. Y, ahora, un experimento realizado con ratones en la Universidad de Pensilvania, ha descubierto que el hambre tiene un efecto sedante en estos animales que calma el dolor crónico.

Gracias a la optogenética, los investigadores comprobaron que ese efecto se debía a la acción de un grupo de neuronas llamadas AgRP, que provocsaban en el cerebro una acción casi similar a la que causa una dosis de morfina. Pero, a la vez que los ratones se volvían temporalmente insensibles a ese dolor permante, seguían siendo sensibles al dolor agudo causado por una herida.

Según los autores del estudio, es un descubrimeinto fascinante, y creen que se trata de un mecanismo evolutivo que ha desarrollado la especie para poder sobrevivir. Tal y como explican, el dolor crónico incapacitaría al ratón para poder moverse y buscar alimento, lo que acabaría provocándole la muerte. Pero el hambre, al tener ese efecto sedante, les permite salir en busca de comida.

Fuente: Science Daily.

Vicente Fernández López