Gracias a una extraña alineación cósmica, un grupo de astrónomos liderados por Alex Filippenko y Patrick Kelly, han podido observar la estrella más distante jamás observada, a unos 9 mil millones de años luz de la Tierra. Si bien es cierto que es posible estudiar galaxias mucho más lejanas, estas son visibles por el brillo de miles de millones de estrellas o de supernovas. Sin embargo, más allá de una distancia de aproximadamente 100 millones de años luz, las estrellas en estas galaxias son imposibles de distinguir individualmente.

Pero hay letra pequeña: un fenómeno llamado lente gravitacional (la curvatura de la luz provocada por la presencia de un objeto masivo) puede actuar como una lupa del universo distante y hacer visibles objetos oscuros y lejanos. Por lo general, una lente gravitacional magnifican las galaxias hasta 50 veces, pero en este caso, estamos hablando de una lupa con un aumento de más de 2.000 veces. El descubrimiento de la estrella, catalogada como MACS J1149 Lensed Star 1 y conocida popularmente como Ícaro, fue posible gracias a imágenes obtenidas con el Telescopio Espacial Hubble tomadas entre abril de 2016 y abril de 2017. El estudio se ha publicado en Nature Astronomy.

“Gracias a la lente gravitacional se pueden ver galaxias individuales – explica Kelly en un comunicado –, pero esta estrella está al menos 100 veces más lejos que la siguiente estrella que hemos podido”.
Este tipo de observaciones pueden proporcionar una nueva mirada rara sobre cómo evolucionan las estrellas, especialmente las más luminosas.

«Por primera vez, estamos viendo una estrella, no una supernova, ni un estallido de rayos gamma, sino una única estrella estable, a una distancia de nueve mil millones de años luz – concluye Filippenko–. Estas lentes son increíbles telescopios cósmicos… la naturaleza nos ha proporcionado un telescopio más grande de lo que posiblemente podamos construir”.
En cuanto a Ícaro, los astrónomos predicen que sen los próximo años podría aumentar su brillo hasta 10.000 veces.

Juan Scaliter