En el estudio más grande de su tipo, científicos del King’s College del Londres analizaron el metaboloma fecal (la comunidad de sustancias producidas por los microbios intestinales en las heces) de 500 pares de gemelos para construir una imagen de cómo el intestino controla estos procesos y distribuye grasa. El equipo, liderado por Jonas Zierer también evaluó qué parte de esa actividad es genética y cuánto está determinada por factores ambientales.

Los resultados, publicados en Nature Genetics, mostraron que menos de una quinta parte (17.9%) de los procesos intestinales podría atribuirse a factores hereditarios y que un 67.7% de la actividad intestinal estaba influenciada por factores ambientales, principalmente por la dieta habitual de una persona.

Por otro lado, el análisis de las muestras identificó en las heces biomarcadores para la acumulación de grasa interna alrededor de la cintura. Esta grasa visceral está fuertemente asociada con el desarrollo de afecciones que incluyen diabetes de tipo 2, enfermedad cardíaca y obesidad.

Ambas conclusiones señalan que se pueden hacer importantes cambios en la forma en que el intestino de un individuo procesa y distribuye la grasa alterando tanto su dieta como las interacciones microbianas en su intestino.
Finalmente, los investigadores han construido un banco de metaboloma del intestino que puede ayudar a otros científicos a diseñar entornos a medida que procesen y distribuyan la grasa de manera eficiente. El estudio también generó la primera base de datos integral de los microbios que están asociados con los metabolitos químicos en el intestino.

“Este nuevo conocimiento – explica Zierer en un comunicado – demuestra que podemos alterar el entorno intestinal y enfrentar el desafío de la obesidad desde un nuevo ángulo relacionado con factores modificables como la dieta y los microbios en el intestino. Esto es importante porque, a diferencia de nuestros genes y nuestro riesgo innato de desarrollar grasa alrededor del estómago, los microbios intestinales se pueden modificar con probióticos, con medicamentos o con dietas altas en fibra «.

Juan Scaliter