El calor desencadena una dinámica de corrientes de aire que origina un tipo de nube llamado pirocúmulonimbo. Estas nubes, que se alimentan del humo sucio del fuego, pueden evolucionar hasta convertirse en tormentosas.

En raras ocasiones ayudan a sofocar el fuego dejando caer lluvia; son muchas más las que provocan una actividad eléctrica que llega a dificultar la extinción de los incendios. El problema es que los rayos pueden prender nuevos focos.

Redacción QUO