Lo difícil no es mantenerse junto al Hubble, una vez te has puesto a su lado, porque ambos objetos son satélites artificiales que orbitan en torno a nuestro planeta.

Lo difícil es ponerse en esa órbita cuando subes de la Tierra. Imagina que tienes que buscar un hueco de aparcamiento que se mueve en una cierta zona de la ciudad a más de 20.000 kilómetros por hora. Tu coche puede alcanzar esas velocidades, pero has salido disparado de la superficie terrestre en otra dirección, y además te vas a chocar contra la órbita.

Posiblemente, sin un cálculo adecuado de la trayectoria, pases a miles de kilómetros de tu objetivo. En realidad, las complicadas maniobras de acercamiento al telescopio espacial llevaron varios días, para conseguir primero una órbita parecida, y luego irse acercando poco a poco.

Cuando tu velocidad es parecida a la del Hubble, entonces no notas que va a decenas de miles de km/h.

Javier Armentia. Astrofísico. Director del Planetario de Pamplona

Redacción QUO