Los humanos damos nombre a las especies de manera sistemática desde hace unos 200 años. Sin contar las bacterias y los virus, hemos registrado no más de 1,7 millones. La cantidad total de especies que los taxonomistas creen que hay es 30 millones.

Pero casi seguro que es una exageración. Procede de 1982, cuando Terry Erwin, del Instituto Smithsonian, hizo un recuento de escarabajos –el grupo con mayor riqueza de especies de animales– que vivían en la copa de un peculiar árbol tropical de Panamá. Extrapoló su cuenta de 1.143 especies para llegar a una suma de 30 millones de artrópodos tropicales en el mundo. Este filum de invertebrados, que incluye insectos y arañas, conformaría alrededor de un tercio de las especies totales. De modo que, aunque el número de Erwin fuera el correcto, debería haber sido traducido a unos cien millones de especies en todo el mundo.

El trabajo de Erwin se basaba en una serie de estimaciones y asunciones, como la proporción de artrópodos que son escarabajos, el número total de especies de árboles tropicales que hay, y lo melindrosos que son los escarabajos a la hora de elegir el árbol en el que quieren vivir. El año pasado, Andrew Hamilton, de la Universidad de Melbourne, Australia, tomó todos esos factores en consideración para hacer un nuevo análisis basado en recuentos de escarabajos en 56 especies de árboles de Papúa Nueva Guinea. Y el resultado fue mucho más pequeño para artrópodos: 2,5 millones .

Multiplica esa cantidad por tres y te dará un total de menos de 8 millones de especies. Hamilton lo rebaja más incluso, para lo que aduce que los vertebrados y las plantas han sido catalogados más concienzudamente que los artrópodos tropicales. “El número mágico es 5,5 millones”, explica.

Tener una idea más firme de la biodiversidad facilita su conservación. Pero incluso aunque solo hubiera 4 millones más de especies por descubrir, parece poco probable que la tasa a la que encontramos nuevas especies supere la tasa a la que extinguimos otras.

Redacción QUO