Los elefantes son uno de los principales objetivos de la caza furtiva. Pero los ejemplares muertos no son las únicas víctimas. Ya que, tal y como ha revelado un estudio realizado conjuntamente por la organización Save the Elephants, y la Universidad de Colorado, cuando los cazadores matan a una hembra o a la matriarca del grupo, las crías y los supervivientes de la manada, se dispersan y abandonan el territorio que hasta entonces había sido su hogar.

Los investigadores monitorizaron los movimientos de las hembras de nueve manas distintas durante más de quince años, y observaron que las crías que perdían a sus madres escapaban buscando nuevas zonas en las que vivir, lejos del peligro de los cazadores.

Y concretamente estudiaron el caso de una manada de hembras a la que llamaron las Swahili Ladies, en la que sus miembros más jóvenes abandonaron sus pastizales habituales, después de que los cazadores eliminaran a toda una generación de adultos.

Según los investigadores, los elefantes poseen una habilidad notable para evitar aquellas zonas que asocian con algún peligro. Y eso es lo que empuja a las crías supervivientes de la caza furtiva a buscar nuevos terrenos en los que vivir. Pero el riesgo sigue existiendo para ellas al no contar con la protección de los ejemplares adultos.

Fuente: SINC.

Vicente Fernández López