Según explican Nigel Palastanga y otros autores en Anatomía y movimiento humano: “Al estar dotada de músculos poderosos, actúa junto con la articulación del tobillo como un potente propulsor del cuerpo”. Nuestras rodillas, además, son capaces de soportar todo nuestro peso. Tienen un diseño intrincado, formado por cartílagos, huesos, músculos y tejidos que actúan coordinadamente bañados por líquido sinovial ‒un tipo de lubricante natural‒ y unidos por los ligamentos, una especie de gomas elásticas muy fuertes. Por su capacidad para doblarse y estirarse se la denomina articulación bisagra, como la del codo. También es una de las partes del cuerpo más proclives a sufrir lesiones, ya que la usamos continuamente. Los médicos coinciden en señalar el sobrepeso como uno de sus peores enemigos; según el American College of Sports Medicine, cada kilo extra supone otros cuatro de estrés para la rodilla.
Cuestión de reflejos
Cuando un doctor nos da un golpecito en el tendón rotuliano de la rodilla, la pierna se eleva debido a un reflejo controlado por el sistema nervioso autónomo. El tendón se estira y hace que el músculo cuádriceps femoral también lo haga. Al instante, las neuronas motoras alfa de la médula espinal dirigen un impulso nervioso a dicho músculo, para que se contraiga. La médula recibe información de lo que ocurre gracias al nervio femoral, responsable de este reflejo; reacciona porque funciona correctamente.
Meteorólogo natural
Hay a quienes les duelen las rodillas cuando va a llover. En el Hospital Universitario Thomas Jefferson, Filadelfia, encontraron que hay una conexión entre los cambios en la presión barométrica y los dolores de cadera, rodilla, hombro, codo y muñeca.
EL DATO: 6.000 pasos al día conviene dar para reducir el riesgo de artritis en la rodilla, según un estudio de la Universidad de Boston.
Redacción QUO