Después de tomar varias copas es habitual tener la sensación de quedarse dormido. Por ese motivo, el alcohol, tiene buena fama como inductor del sueño. Pero la realidad no es tan bonita como parecía, a tenor de una nueva investigación realizada por expertos de la Universidad de Melbourne, y cuyos resultados se han publicado en la revista Alcoholism: Clinical & Experimental Research.
Los investigadores realizaron encefalogramas a un grupo de voluntarios miemtras dormían tras haber consumido una considerable cantidad de alcohol, y detectaron una notable alteración en la llamada «actividad alfa frontal», lo que implicaba que estaban sufriendo perturbarciones en el sueño. Lo llamativo fue que dichas alteraciones fueron igual de intensas que las que experimentaban otro grupo de voluntarios afectados de dolor crónico.
La conclusión según Christian Nicholas, director del estudio es que el consumo de alcohol antes de dormir afecta a una de las fases del sueño, concretamente la conocida como NREM, lo que significa que, efectivamente, unas copas te ayudarán a dormir, pero la calidad del descanso será bastante pobre. Además, si este hábito se prolonga durante largos periodos de tiempo, esto podría tener efectos perniciosos sobre funciones neurocognitivas como el aprendizaje o la memoria.
Redacción QUO