Hace dos meses, el doctor Ian Crozier fue dado de alta en el hospital de la Universidad de Ermory. El médico se había contagiado del virus del ébola durante su estancia en Sierra Leona. Pero, cincuenta días después, tal y como informa The New York Times, descubrió que no estaba curado tal y como todos creían. Ian regresó al hospital debido a que sufría una progresiva pérdida de visión y un dolor intenso en el ojo izquierdo. Y los médicos que le atendían quedaron impresionados al descubrir que el virus aún pervivía y había anidado en dicho ojo.
Afortunadamente, las lágrimas de Crozier estaban libres del virus, por lo que no representaba ningún riesgo para quien haya tenido algún contacto casual con él. Los médicos que le tratan señalaron que los problemas oculares eran preocupantes, ya que existía la posibilidad de que Ian pierda la vista. El mal que sufre Crozier se conoce como uveítis, y también ha sido diagnosticado a personas de África Occidental que han sobrevivido a la enfermedad.
El virus del ébola hizo incluso que el ojo del médico cambiase de color. Originalmente era azul y acabó volviéndose verde. Los médicos, que temían además, que el virus pudiera propagarse al ojo derecho, optaron por aplicarle con urgencia un antiviral que aún está en fase experimental, combinado con esteroides. Y el tratamiento parece que empieza a dar resultado ya que, al menos, el iris del ojo de Ian ha recuperado su color original en unos pocos días.
El estudio de los síndromes post-ébola no ha sido fácil, debido a que los brotes anteriores al de 2014 habían sido muy pequeños. Pero ahora, con la existencia de casi diez mil supervivientes en África, los médicos tienen más campo para poder estudiar la incidencia de las secuelas de esta terrible enfermedad.
Redacción QUO