Llevamos años escuchando que no es bueno abusar del chicle. Básicamente por el azúcar que contiene, que puede afectar a la dentición de los niños. Pero, ahora, un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad Estatal Binghamton de Nueva York, ha encontrado otra nueva razón para ser cuidadosos a la hora de consumir esta golosina.
Según se desprende de esta investigación, los aditivos del chicle contienen nanopartículas de dióxido de titanio, las cuales afectan a la capacidad de las células intestinales para absorber nutrientes y actuar como barrera para los agentes patógenos.
Los autores del estudio expusieron un cultivo de células intestinales a la acción de dichas nanopartículas durante varios días. Y lo que observaron fue el hierro, el zinc y los ácidos grasos, resultaron más difíciles de absorber. Y, además, se registraron señales de inflamación intestinal.
Hay que decir que no hace falta tragarse el chicle para que el dióxido de titanio llegue al intestino, ya que gran parte de las nanopartículas se liberan al mascarlo. Y conviene recordar también que esta sustancia está presente en muchísimos alimentos procesados, especialmente los dulces.
Fuente: ScienceDaily.
Vicente Fernández López
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