La heladería británica que se lanzó a vender «Baby-Gaga», helados con leche materna, tiene que «congelar» definitivamente el producto porque el ayuntamiento de Londres teme que pueda transmitir enfermedades. El helado de marras costaba la friolera de 16,50 euros (más que prohibitivo), y no faltaron donantes de materia prima con la que aderezar la propuesta. El Baby-Gaga resultó un exitazo, al menos como gancho publicitario para la heladería, y aquellos valientes que toman helado en invierno y en Londres (alguno debe haber) se mostraron satisfechos.
Pero los heladeros londinenses no son los únicos interesados por la leche materna. Investigadores de la Universidad Oviedo y el servicio de Neonatología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) han lanzado una propuesta para que se varíe la composición de las leches nutricionales que ahora están en el mercado. El objetivo, tal y como expresan los investigadores es «acercarnos a leche perfecta», la materna. Quieren añadirle elementos esenciales como el hierro, selenio, yodo, cobre, y cinc y variar su fórmula química. La propuesta se basan en un estudio que han realizado con ratones lactantes. Por primera vez han podido hacer un seguimiento preciso sobre esos elementos esenciales y observar el grado en que los absorbe el organismo.
Imitar la leche materna es uno de los «Dorados» de la investigación nutricional. Y es tan complejo imitarla artificial o biotecnológicamente porque la leche es un alimento «vivo». Las madres que se entregan a la lactancia saben que nunca es igual, que varía en tono, sabor y abundancia incluso en cada toma. De todos modos, por si alguien quiere ponerse a fabricar leche materna para helados, aquí pude encontrar todo un tratado sobre sus componentes y bondades.
Redacción QUO