Es muy improbable que a nadie se le ocurra comercializar bistecs humanos en el futuro. Incluso dejando de lado las cuestiones éticas, servir seres humanos de laboratorio sería un mal negocio. «Digamos que una compañía consigue elaborar hasta una extremidad entera» dice Moreno. «No podrían anunciarla como componente del cuerpo humano, solo como tejido, algo quizá no lo suficientemente excitante para hacer pensar a alguien que está rompiendo tabúes. No sería canibalismo, pero objetivaría el producto y podría considerarse mercantilización de un bien que se parece de forma inaceptablea una parte del cuerpo humano. Eso podría acarrear problemas legales«.

Así pues, sugerimos que los tejidos humanos permanezcan fuera de la mesa.

Redacción QUO