Ese es el lema por el que se rige la escultora británica Sinead Foley para realizar sus obras. La artista utiliza distintos productos comestibles y vegetales como materia prima; materiales que, posteriormente, son colocados bajo la lente del microscopio para ser minuciosamente esculpidos.
Las piezas resultantes suelen ser realmente espectaculares, como la que se ve en la foto, una escultura de una bacteria realizada con macarrones. Pero también ha utilizado pedazos de bambú para fabricar una molécula de ADN, y fideos para recrear una neurona.
Redacción QUO
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