Casablanca, Marruecos y cientos de obras maestras del cine tienen aroma a humo; igual que los clubes de jazz de la maltrecha Nueva Orleans.
Fumar es malo para la salud y no vamos a ponerlo en duda. Como homenaje a un mito caído, recordemos que hubo un tiempo en el que el tabaco estaba presente en todos los ámbitos, sobre todo en el cine.
Hoy, los héroes de las películas son gente sana. Pero las estrellas de antaño se desayunaban con martinis dobles y media cajetilla de cigarrillos. La mayoría murió de cáncer, pero ¿alguien se imagina a Bogart tomando barritas de muesli y bebiendo agua mineral?
Usted fuma como una vampiresa
Las coristas de los cabarets de París y Berlín de la década de 1920 fueron las primeras mujeres que se atrevieron a fumar sobre un escenario. En sus bocas, el tabaco era un sinónimo de rebeldía social y de provocación sexual.
Humphrey el rey del cigarrillo
Por su parte, Bogart fumó en todas sus películas. Pero en sus manos, el cigarrillo además de a humo olía a cinismo. El actor lo usaba para desgranar, entre calada y calada, frases como: “Nunca fumo dos cigarros a la vez, ni mezclo la ambición con los principios” (El halcón maltés, 1942).
Lucky Luke, el cowboy más rápido que su sombra, nació en 1946 con un perfil inconfundible: unos prominentes labios de los que colgaba la omnipresente colilla de un cigarrillo. Pero en 1991 el vaquero dejó de fumar. Su creador, el dibujante Morris, creyó que era un mal ejemplo para los niños, borró la colilla para siempre y la cambió por una espiga (imagen de la izquierda). Su gesto fue premiado por una asociación de padres francesa.
Fidel Castro y el Ché Guevara convirtieron el tabaco en uno de los símbolos de la Revolución. Ambos eran grandes fumadores, pero mientras el dictador cubano era aficionado a los puros, el guerrillero argentino prefería los cigarrillos de marihuana.
El gángster Al Capone fumaba tres habanos al día. Y cuentan que cuando se pasaba el cigarro de una mano a otra era señal de que estaba contrariado, y el aviso de que alguien iba a morir pronto.
Lauren Bacall conoció a Humphrey Bogart rodando Tener o no tener (1943). “¿Me das fuego, viejo?”, decía ella en el filme. “¿Ya eres mayorcita para fumar, flaca?”, replicaba él. “Lo soy para cosas mucho peores”, respondía la actriz.
Marlene Dietrich fue una de las primeras mujeres que fumó en el cine. Pero en ella, el tabaco era símbolo de perfidia. Así, en Marruecos (1930) es una cantante de cabaret que domina a los hombres y los hipnotiza con su imagen andrógina, vestida con esmoquin y fumando en actitud lánguida.
Es imposible imaginar Desayuno con diamantes (1964) sin la inacabable boquilla con que fumaba Holly Golightly, la ingenua “mantenida” que interpretaba Audrey Hepburn, y que da pie a uno de los mejores gags del filme: con ella, la chica prende sin darse cuenta el pelo de otra mujer en una fiesta.