Un gen relacionado con la serotonina, la llamada hormona del humor, podría provocar un tamaño mayor de la región del tálamo cerebral denominada pulvinar, área de las emociones negativas. Esto inclinaría al pesimismo, según una investigación de la Universidad de Texas. No obstante, la catedrática de la Universidad Complutense de Madrid María Dolores Avia afirma que es posible aprender el optimismo, educando en emociones positivas que permitan ampliar los recursos sociales, intelectuales y físicos en el individuo.

En contra y a favor

Para la salud mental
Menor rendimiento académico. Según el psicólogo C. R. Zinder, de la Universidad de Kansas, los resultados académicos dependen más de una actitud optimista que del cociente intelectual.
Índices más bajos de éxito. El pesimista busca seguridad y se aferra a su impotencia, asegura el profesor Mark Albion. Mientras que al optimista le mueve el ánimo, la esperanza y la confianza, loque logra mejores índices de prosperidad.

Para la salud física
Nos vuelve más vulnerables a infecciones Esto se debe a la interacción de los sistemas inmunitario, endocrino y nervioso, según estudios de la Universidad de Wisconsin.
Corazón débil. Según el doctor Deepak Chopra, los pensamientos negativos aceleran el corazón y suben la presión arterial.
La esperanza de vida se reduce hasta un 19%, según una investigación de la clínica Mayo de Nueva York. El optimista se enfrenta a menos estresores, tiene un postoperatorio fácil y su recuperación es más rápida. Los varones con una percepción positiva de su salud cardiovascular tienen un índice de mortalidad tres veces menor.
Indefensas ante el cáncer de mama. El pensamiento positivo puede proteger contra el cáncer de mama, según una investigación de Ronit Peled, de la Universidad israelí Ben-Gurion del Negev.

Solo una ventaja
Emociones negativas y preocupación por la enfermedad influyen positivamente en la conducta de los pacientes que intentan perder peso, de acuerdo con la Universidad Doshisha (Japón). El exceso de optimismo, sin embargo, supone una mayor disposición, pero no un logro real.

Test ¿Optimista estratega o pesimista defensivo?

Piensa en una situación en la que te gustaría triunfar y puntúa del 1 (mínimo) al 10 (máximo) cuánto se ajusta la definición a ti. Es un test que la psicóloga estadounidense Julie Norem ha incluido en su obra El poder positivo del pensamiento negativo.

1 Probablemente me salga bien, aunque empiezo imaginándome lo peor.

2 Me preocupa el modo en que saldrán las cosas.

3 Enumero detalladamente todas las posibles incidencias.

4 Me preocupa no poder hacer realidad todos mis planes.

5 Paso largos ratos pensando en lo que puede salir mal.

6 Pienso en cómo me sentiría si las cosas fuesen mal.

7 Intento imaginarme cómo podré solucionar todo lo que salga mal.

8 Evito excesos de confianza.

9 Dedico mucho tiempo a la planificación.

10 Pienso en cómo me sentiré si todo sale bien.

11 A veces me preocupa más parecer un imbécil que hacerlo bien.

12 Me ayuda pesar en lo que puede ir mal

VALORACIÓN: Más de 50 puntos: eres un pesimista defensivo. Menos de 30, optimista estratégico.

Pesimista defensivo: sin dejar de ser un pensador negativo, logra reducir su ansiedad relajando sus expectativas y calibrando las dificultades para intentar reducirlas.

Optimista estratégico: se prepara para un reto poniendo a trabajar al máximo su fuerza de voluntad y su confianza.

La desesperanza vende

En los medios. Según un estudio del University College de Londres, los mensajes subliminales negativos generan una respuesta más intensa y precisa que los positivos.

La desesperanza vende

En las mentes creativas. Buena parte de la música de los cantautores, la pintura, la literatura y el cine es una expresión magistral de su pesimismo vital.

La desesperanza vende

En la vida diaria. Qué mejor ejemplo que la atracción que genera un accidente de coche y la gente que se aglomera a su alrededor.

La desesperanza vende

En forma de morbo. En los programas de televisión nada genera mayores índices de audiencia que la vida privada y las bajas pasiones de los personajes del colorín.

La desesperanza vende

En la Bolsa. Los llamados smart money aprovechan los momentos de desplome para comprar a precios de saldo, sabiendo que en el futuro cotizarán al alza.

La desesperanza vende

En la publicidad. Algunos anunciantes han adaptado sus mensajes al ánimo de los consumidores. Más de un centenar de anuncios han incluido la palabra “crisis” este año, según Infoadex.