Seguramente, en vida ningún pequeño mamífero se habría atrevido a enseñar los dientes a un Buitreraptor, un depredador de rostro alargado que acostumbraba a alimentarse de ellos hace 90 millones de años. Pero a todo el mundo le llega su hora y, con ella, la venganza de los más pequeños. Según han comprobado Federico Gianechinia y Silvina de Valais, los restos de un Buitreraptor gonzalezorum encontrado en La Buitrera, (Rio Negro, en la Patagonia argentina) sirvieron de alimento para algunos mamíferos, e incluso coleópteros.

La pista para llegar a esa conclusión la han proporcionado diversos tipos de marcas diminutas detectadas en la mandíbula, las vértebras y las extremidades de un ejemplar de Buitreraptor. Dependiendo de la localización, forman diversos patrones de hendiduras, surcos y rayas, que pueden identificarse como huellas de una actividad de carroñeo en la que también puede que participasen termitas.

Pilar Gil Villar