Según las teorías de formación de planetas aceptadas hasta ahora, los gigantes gaseosos, como Júpiter y Saturno, no podrían existir en sistemas solares similares al nuestro. La fuerza gravitatoria de los anillos de gas que los rodeaban durante su proceso de formación debería haberlos lanzado a sus estrellas respectivas. Sin embargo, el astrónomo argentino Pablo Benítez-Llambay y sus colegas han descubierto por qué eso no fue así. En un estudio publicado en la revista Nature explican que la energía que libera el material que va añadiéndose al embrión de un planeta calienta y aligera sobre todo el gas situado en su cara más alejada de la estrella. Eso provoca que su órbita se vaya alejando de esta cada vez más. Por eso los gigantes gaseosos existen y están siempre relativamente alejados de sus astros.
EL DATO: 10 es el número de masas terrestres que necesita un planeta para empezar a acumular gas
Pilar Gil Villar
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