El esqueleto de Bugs Bunny alza los brazos en un gesto de pavor, mientras las cuencas vacías de sus ojos no miran a ninguna parte. Aunque podría haber sido una pesadilla infantil, esta imagen es real. Y pretende tener un sentido más allá de la simple curiosidad.

El escultor coreano Hyungkoo Lee ha recurrido a sus recuerdos de infancia para invitarnos a hacer una reflexión acerca de la autoridad intelectual de la ciencia. Para ello, se ha centrado en un puñado de famosos personajes de dibujos animados y los ha sometido a una transformación digna de la mejor bruja de fantasía. Lo que nos presenta en su exposición Animatus son los esqueletos de Donald y sus sobrinos, el gato Tom, Bugs Bunny, y el Coyote y el Correcaminos.

Para hacer las figuras, Lee estudió a gatos, conejos, aves y coyotes reales. Después aplicó a su anatomía las leyes del movimiento humano

Todos ellos abandonan las dos dimensiones a que nos tenían acostumbrados en la televisión y el cómic, y entran en el universo tridimensional desprovistos de tejidos blandos. El proceso de metamorfosis ha sido laborioso y complejo: Lee realizó un exhaustivo estudio anatómico. Observó el comportamiento de los animales reales correspondientes a los personajes y luego les aplicó las normas del movimiento humano. Una buena mezcla de todos esos datos con ayuda de programas informáticos de anatomía forense cerró el proceso de documentación.

Ya sólo quedaba realizar infinidad de bocetos en papel que sirvieran de base a las piezas de resina, acero y alambre de aluminio, que, engarzadas y barnizadas, suponen una peculiar visión de nuestra infancia. Para ser expuesta, cada pieza ha recibido antes de nada un imaginario nombre científico de tintes latinos, destinado a acentuar todavía más la similitud de la exposición con una de esas muestras características de un museo de ciencias naturales. Tras presentarse en la Arario Gallery de Corea, este mes ocupa las salas de la Fundación Sandretto Re Rebaudengo, de Turín (Italia). Allí es posible que sonrían, sí, pero de miedo. 

¿Qué hay de nuevo, viejo?

El personaje más representativo de Looney Tunes, la serie de Warner Bros, era Bugs Bunny (Lepus animatus). El Conejo de la Suerte desplegaba todo tipo de trucos imaginativos y teñidos de travesuras, para conseguir que los humanos le dejasen en paz y le permitiesen dedicarse a su auténtica pasión: devorar zanahorias.

Un fiero gato gris

Aquí parece bastante malo, pero cuando tenía piel, Tom siempre perdía contra el ratón Jerry: acababa cortado en dos o convertido en una alfombra.

Nunca habló

Ni él ni su oponente decían palabra alguna; se limitaban a correr despavoridos uno detrás del otro, con música rápida mezclada por Scott Bradley.

Felis catus animatus no es otro que Tom, el gato que persigue sin parar al ratón Jerry en las series de Hanna Barbera y que tiene hasta un Oscar de Hollywood

Foto de familia

Este conjunto de Anas animatus representa al pato Donald volando hacia sus sobrinitos. Como siempre, ellos tratan de ocultar la última travesura.

Desplumados

En los cómics, Juanito, Jorgito y Jaimito, los sobrinos de Donald, solo se diferenciaban por el color de sus chalecos. Pero en los huesos son iguales.

¡Bip bip!

Parecía que el acoso del Coyote al Correcaminos (Geococcyx animatus) ya había agotado todas sus versiones. Lee ha creado una más, algo macabra.

Persecución incesante

Esta escultura se presentó en la exposición con el nombre Canis latrans animatus y es del terco Coyote, siempre detrás del Correcaminos.